A  pesar de parecer una obviedad, no es un tema que las empresas tengan  muy claro, es más, muchas han tardado en darse cuenta de lo importante  que resulta el compromiso en la cuenta de resultados, otras aún están  recorriendo este camino. Aquellas que ya han recorrido el camino se han  dado cuenta de la necesidad de comenzar a medirlo. Pero para medir  necesitas pruebas que te permitan definir un indicador que establezca la  aportación del mismo al negocio.
Soy  un defensor a ultranza de la medición en estos ámbitos, pero puede  suceder que haya cosas que no son tan fáciles de medir. Una de ellas  puede ser el compromiso. Es cierto que no saber la cantidad exacta de  compromiso nos va a dificultar el cálculo del grado de aportación. Pero  sobre nuestros hombros poseemos una caja de sorpresas: nuestro cerebro.  Éste nos ha permitido reconocer a lo largo de la vida el compromiso.  Sabemos cuando alguien nos quiere, cuando alguien nos odia, cuando  encajamos en un grupo, cuando hacemos algo que nos gusta. Sin duda somos  muy hábiles a la hora de responder a la pregunta: ¿nos comprometemos, o  no nos comprometemos?. Somos tan hábiles que la respuesta a esta  pregunta la hacemos de una manera inconsciente; esto indica que hemos  convertido esta capacidad en un hábito. Con lo cual, llevamos un módulo  de medición del compromiso incorporado de serie.
Con  este módulo es posible suplir la medición clásica. No tendremos un  número exacto, pero tendremos la respuesta correcta. Y además ocurre una  cosa; ¿alguien ha escuchado alguna vez decir a una persona: “estoy  comprometido al 65% con esta empresa”?. El compromiso no es gris; es  blanco o negro. Por eso los números pueden aportar sensación de  seguridad, pero realmente aportan poco. Por buscarles un encaje, todo  aquello que esté por debajo de 8 (en una escala de 1 a 10), debería  entenderse como una clara falta de compromiso. Sin embargo, el módulo  que llevamos incorporado nos da la respuesta correcta de un modo directo  e instantáneo.
Os  propongo un ejercicio para que os deis cuenta de cómo funciona esto.  Dedicaos a escuchar conversaciones en vuestra empresa, no sólo en  reuniones; pasillos o máquinas de café pueden ser lugares interesantes  donde poner en práctica este ejercicio. Estad atentos a los pronombres  que usa la gente cuando habla de la organización. ¿Utilizan el nosotros,  o utilizan el ellos?. Es un matiz de suma importancia ya que cuando se  habla de ellos, no se está hablando de nuestro grupo, se habla de un  grupo ajeno, al que no pertenecemos y con el que no nos comprometemos.  Se equivocan ellos y acertamos nosotros. Ese es un claro síntoma de  falta de compromiso. 
Resulta  sumamente fácil poder medir así el compromiso, sólo hay que fijarse.  Pero si no te apetece hacerlo quizás sea porque el que no está  comprometido eres tú. Es importante saber también cuál es nuestro grado  de compromiso ya que nos indicará si estamos perdiendo el tiempo. Si no  hay compromiso todo lo que sucede es una pérdida de tiempo. El tiempo  nunca es suficiente y hay que dedicarlo a lo que realmente merece la  pena.
Dan Pink dice que todos buscamos motivadores intrínsecos, la cuestión es que “nosotros” podemos conseguirlos, “ellos” no.


0 comentarios:
Publicar un comentario