OBJETIVO DE LA LECCIÓN
Conseguir que el trabajo no se convierta en un trabajo sino en un placer es una meta de todos los trabajadores del mundo, pero en la Administración, además, debemos conseguir que no se nos crucifique por trabajar.
VOCABULARIO IMPRESCINDIBLE
Trabajo. (El termino no existe en español y viene del latín Tripallare, que significa "tres palos", palos a los que ataban a los esclavos para azotarlos, según estudios que demuestran que la palabra nació ya con la connotación de sufrir) 1.Ocupación retribuida. 2.Esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a capital. 3.Palos que te dan cuando curras o cuando no.
Suele ocurrir que, educados en el sistema en que hemos sido educados, tenemos el convencimiento de que trabajar es bueno. Lo es, que no se engañe nadie, pero depende de dónde.
Existe una Ley Universal del Trabajo, llamada Primera Ley Universal del Trabajo, que dice que cuanto más trabajes, más trabajo te darán. Esto lleva a reflexiones muy interesantes porque implica una proporción matemática indeseada: si haces bien un trabajo, siempre te lo encomendarán a ti o, dicho de otro modo, si eres el único que hace bien las cosas, te irán encomendando el trabajo de los demás hasta que seas el único que trabaja en todo el negociado. ¿Cómo luchar contra esta Ley que es una fuerza de la naturaleza? Hay que hacer las cosas bien pero sin destacar. Esto no es fácil pero tampoco imposible.
La Segunda Ley Universal dice que si trabajas, nunca ascenderás, advertencia muy cargada de razón porque, si hay un sólo individuo en todo el departamento que hace bien el trabajo, si todas las tareas se las dan a él porque ninguno más da la talla, ¿a quién ascenderán a jefe de departamento/negociado/equipo? ¿Al que trabaja? No. Por supuesto que no. Si ascienden al que trabaja, ¿quién trabajará entonces? Esta es una de las principales razones que justifican por qué nuestros inútiles jefes han llegado hasta donde han llegado. La solución es la misma: trabajar pero sin destacar. Hacer algo mal alguna que otra vez podría granjearnos el derecho a un futuro e hipotético ascenso.
La última Ley Universal del Trabajo dice que el único responsable de los errores en el trabajo es el que se encarga del trabajo o, en otras palabras, los jefes sólo pueden echar la culpa de los errores a los que trabajan y, como todo el trabajo va pasando a los que trabajar mejor, los vagos/ociosos/torpes que no cumplen las expectativas ni los objetivos nunca se llevan (paradójicamente) ninguna broma/pelotera/filípica a causa de lo que "hacen".
Bien, hay que ser imperfectos en el trabajo. Pero ¿por y para qué? La sobrecarga de trabajo, especialmente si es debido a nuestra eficiencia y a que nuestro jefe desvíe la actividad de los demás hacia nuestra mesa, hace que nuestras horas de trabajo se multipliquen mientras a los inútiles de las mesas de al lado les queda cada vez más tiempo para sus pogüerpoins, para llamar a sus amistades o para tomar más cafés de la cuenta. El resultado sería una larga fila de funcionarios ociosos y alegres frente a un único funcionario (tú) trabajador y deprimido. No hay duda de que hay que lugar contra esto, pero ¿no hay más armas que ser imperfecto?
Sí las hay. Señoras y señores, trabajamos para la Administración, somos el brazo administratrivo y ejecutivo de un amplio organismo político, usemos la política, imitemos a los grandes hombres a quienes vemos cada día en las noticias, hagamos demagogia en nuestro trabajo. ¿Cómo? Al revés. Hay que hacer campaña a favor de nuestros adversarios, hablar bien a nuestros jefes de los compañeros que no lo valen, hacerles ver que pueden hacer su trabajo para que no nos lo pasen a nosotros, hay que hacer oposición a la inversa, fingir que no somos los adecuados, que no nos voten, que ya saldremos adelante cuando nos den un ascenso. ¡Entonces sí que nos encargaremos de que trabajen los que valen!