Cuando  tenemos más de lo necesario, nuestro ser se transforma en una versión  grotesca de nosotros mismos. Los sueños de los ganadores de la lotería,  en su mayoría, consisten en ser otras personas. Craso error. Pocos son  los que saben hacer crecer las ganancias, y menos los que lo hacen sin  cambiar su escala de valores.
   Estamos  padeciendo una crisis porque no sabemos ser. Nos han engañado haciendo  pensar que con un título universitario eras el rey del mundo. Miles de  personas atrapadas en un sistema diseñado para deprimir y frustrar el  futuro de nuestro país. Un exceso de formación vacío de sentimiento, de  emoción. Estudiar para ser médico, abogado, ingeniero, informático,...  Estudiantes víctimas de sueños ajenos que modifican sus sistemas de  creencias y que olvidan la importancia de asignaturas tan importantes  como la de ser persona. 
   La  maquinaria educativa, totalmente arcaica, es una de las razones de esta  crisis del ser que sufre nuestro país. Pero no podemos olvidar el papel  de los educadores (hablo de los padres) en todo este proceso. En casa  comienza este camino y no vale externalizar esta responsabilidad.  Nuestros hijos son el fruto de nuestras decisiones y actuaciones, quizás  entre todos tengamos la clave para cambiar esta tendencia y ayudar a la  gente a saber lo que quiere ser. 
   Jugar  con este tipo de variables es peligroso y puede acarrear grandes  problemas, algo así como un mercado laboral totalmente inadecuado a la  realidad existente. Una “fuerza de trabajo” obsoleta antes de que  empiece el partido. Una fuerza de trabajo a la que se le ha inculcado  una falta de ilusión y compromiso con las cosas. De la fuerza de  voluntad mejor ni hablar... cientos de mensajes recordando lo grato que  es tener sin hacer. Venta de lo fácil, de lo directo, del sin esfuerzo.  ¿Realmente nos ayuda esto?, claro que no nos ayuda. El caso es que me  parece tan evidente, que no alcanzo a entender por qué quien puede  cambiarlo no lo hace, por qué los que se tienen que poner de acuerdo no  lo consiguen. ¿Qué hay detrás de este teatrillo inútil?. Fácil; todo eso  en lo que hemos convertido el sistema antes descrito. Una falta enorme  de amor por su trabajo, un olvido colectivo de lo que significa la  vocación, una ausencia absoluta de voluntad, una falta de compromiso  infinita, y por lo tanto, una carencia brutal de responsabilidad.
   Pero  lejos de parecer un mensaje pesimista, es una invitación a que en la  próxima década luchemos todos juntos, y con todas nuestras fuerzas,  contra ese mensaje apocalíptico. No creo que sea tan difícil encontrar  modelos sustentables en el largo plazo y que no atenten contra el  bienestar de las personas, pero no un bienestar material, yo hablo de un  bienestar interior, de esos que te permite ser tu mismo. Hemos abdicado  del derecho de ser libres y nos hemos aferrado a un sistema que premia  el éxito rápido y “fácil”. Hemos cerrado nuestras mentes convirtiéndolas  en laberintos en los que se extravía el sentido. Es nuestro deber  abrirlas de nuevo, aceptar otros puntos de vista, ser lo suficientemente  humildes como para integrar en nosotros mismos otras formas de pensar.


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