Lo bueno, si 
breve, dos veces bueno. Eso reza el dicho y ese es el mejor resumen de 
lo que se está convirtiendo en una corriente en el ámbito del 
conocimiento Twitter, TED o Pecha Kucha son buenos ejemplos de ello. 
140 caracteres, 18 minutos o 20 imágenes y 20 segundos por imagen para 
contar una historia. Comprimir la experiencia y ser capaces de contarla 
en píldoras que transmitan las conclusiones e ideas más importantes de 
horas y horas de trabajo. Los días de las lecciones magistrales, de los 
discursos infinitos comienzan a dejar paso a otros formatos que tienen 
mucho más que ver con el nuevo mundo en el que vivimos. Rápido, 
sencillo, al grano, esas son las ideas que están detrás de estos 
formatos, formatos que buscan encender bombillas, invitar a las personas
 a que piensen y que sean ellas las encargadas de sacar conclusiones y 
potenciar su conocimiento.
Pude comprobar lo difícil que resulta sintetizar, ir al grano. Estamos acostumbrados a utilizar un tiempo ilimitado para contar nuestras historias, pero este formato me obligó a someterme a unos límites a los que no estoy acostumbrado y que me permitieron comprobar el poder de la esencia.
Llegar
 a la historia no fue difícil, desde el primer momento tuve claro lo que
 quería compartir, sentí la necesidad de hablar en este foro de lo 
inconsciente que es nuestra consciencia, pensé que hablar de la 
irracionalidad sería una buena manera de  demostrar lo lejos que estamos
 de controlar el rumbo de nuestras decisiones.
No
 conozco a nadie que no quiera ser feliz, pero sí que conozco a muchas 
personas que carecen del control necesario para la consecución de este 
objetivo. Básicamente la dificultad reside en nuestra habilidad para 
tomar decisiones. Cada vez que decidimos marcamos el rumbo de nuestra 
existencia, y lo preocupante es que creemos que cuando lo hacemos, lo 
hacemos avalados por la razón y la objetividad. Nada más lejos de la 
realidad. Antes que seres racionales somos seres emocionales y esta 
evidencia nos hace menos dueños de nuestros actos. Mi presentación versó
 en tratar de analizar cuatro filtros a través de los cuales comprobar 
cómo nuestro corazón manda sobre nuestra razón. El cálculo de 
probabilidades, la necesidad de sentir el control, los análisis causales
 selectivos y una memoria caracterizada por el olvido selectivo son 
estos filtros.
Los
 cuatro nos muestran cómo vivimos la realidad tal y como nos llega, una 
realidad ajena a nuestro control y determinante a la hora de vivir 
nuestras vidas. Estos filtros desnudan una voluntad racional que en 
muchos casos es víctima de impulsos y respuestas automáticas e 
irracionales que nos hacen menos dueños de nuestros actos.
La
 solución pasa por conocernos un poco mejor, por practicar un deporte 
impopular al que llamo conversaciones interiores. Dedicamos poco tiempo a
 pensar en lo que sentimos, en por qué reaccionamos ante determinados 
estímulos de maneras concretas y sólo cuando decidimos prestar atención a
 estos hechos somos capaces de entenderlos y encontrar patrones que nos 
ayuden a tomar el control de nuestras vidas, un control que nos 
reportará un mayor bienestar interior y exterior (en ese orden).


0 comentarios:
Publicar un comentario