Pensaba  en esos documentales de naturaleza que suelen poner en televisión. A lo  largo de mi vida he ido viendo un patrón que se repite  independientemente de la especie animal. Se trata de la supremacía de  uno de los animales sobre el resto de la manada, la necesidad de un  líder, un referente de protección y seguridad que aporta al grupo el  equilibrio necesario para su supervivencia. Leones, gorilas, hormigas,  elefantes, ... siempre hay un individuo dentro de la comunidad que lleva  la voz cantante. Los procesos de selección suelen ser crueles y  encarnizados, pero el resultado es respetado por todos, incluido los  “perdedores”.
Esta  explicación viene a cuento porque permite analizar la componente  evolutiva del picking list. Desde el principio de los tiempos, los  animales buscan un líder al que seguir, que les provea de comida,  refugio, seguridad, ... esta cuestión evolutiva no es ajena al ser  humano, quien la ha vivido desde el principio de su existencia. De  alguna manera, ésta forma parte de nuestro código genético y se  reproduce de forma natural y semiinconsciente en nuestras relaciones.
Pero  el picking list tiene una componente no evolutiva que tiene mucho que  ver con emociones y sentimientos (envidia, celos, rabia, ego, vanidad,  ...), y poco que ver con esos genes que hemos heredado de nuestros  parientes de las cavernas. Cuando este picking list sale a relucir es  fácil diferenciarlo respecto al otro: rezuma artificialidad.
Al  igual que los animales en la sabana, cuando las personas se ven  sometidas al picking list evolutivo, aceptan la realidad. ¿Y cuál es la  realidad?, la realidad es que el más fuerte, el más preparado, el más  hábil, el más listo, el más ... será el que gane en esta “competición”.  El resto aceptará el resultado, sin que ello suponga trauma alguno, es  más, disfrutará de las ventajas que le aporte el resultado de dicha  competición. Pero a diferencia de los animales, nosotros padecemos ese  picking list artificial que no nos deja asumir ese resultado con  deportividad y lo único que provoca es sufrimiento. Es como un boicot a  los designios de la naturaleza, es como llevarle la contraria a la  evidencia, es ponerle barreras al mar.
Si  quien sufre este boicot cede a presiones externas, le estará dando la  razón a la mediocridad de otros, lo cual le hará injusto merecedor de  tal privilegio. Siempre va a existir un gap entre las personas, los que  ostentan las primeras posiciones del picking list sufrirán ataques del  resto de individuos con los que compitan en dicha lista. El secreto  consiste en entender que estos ataques son espejismos que hacen que  confundamos cuestiones evolutivas con perversas construcciones de  nuestra mente.


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