Mi compañero  utilizaba este símil y me decía que para él la felicidad consistía  precisamente en esto: cuatro elementos fundamentales en tu vida que te  aportan la estabilidad necesaria a las que se pueden sumar otros  factores que supondrán un refuerzo a las cuatro patas principales y que  en caso de fallar pueden suponer un sistema de refuerzo.
Lo siguiente  a esta explicación fue preguntarme cuáles eran las cuatro patas que  soportaban mi equilibrio y estabilidad. Vino como un resorte a mi mente  una afirmación de Seligman en la que comentaba que la felicidad consiste  en la aplicación de las fortalezas en cuatro ámbitos de la vida: el  amor, el ocio, la educación de los hijos y el trabajo. Sería un  temerario e inconsciente si afirmase que esto es así para todo el mundo,  porque las circunstancias de cada uno varían en función de toda una  serie de factores. Pero lo que me llamó la atención de la afirmación de  Seligman es que incluye entre esas cuatro patas el trabajo (algo con lo  que estoy totalmente de acuerdo). Algo que poco tiene que ver con lo que  nos enseñan desde pequeñitos, unas enseñanzas que apuntan más hacia la  creencia de “trabajo: caca”.
Desde  pequeños nos hablan del trabajo como si de un castigo se tratase, de   algo de lo que tenemos que huir ya que significa sufrimiento,  sacrificio, aplazamiento de las gratificaciones, castigo, ... Este tipo  de mensajes trabajan en el subconsciente colectivo haciendo que surjan  creencias limitadoras que poco ayudan a que una de las patas de esta  mesa tenga el mismo protagonismo que el resto. 
Hay un dato  que la Fundación Russell Rage descubrió: La satisfacción laboral supone  el veinte por cierto de la satisfacción general en la vida. Este dato  pone cara y ojos a la importancia del trabajo en la vida de las  personas. Además, son pocos los que pueden vivir sin trabajar.  Generalmente aquellos que más dinero tienen serían los que podrían  permitirse éste lujo, y aún así, suelen optar por seguir haciéndolo...  algo para pararse a pensar.
Un buen  amigo siempre puntualiza este dato y afirma que este 20% de satisfacción  general en la vida se multiplica exponencialmente cuando la persona  pierde su trabajo, con lo cual tenemos otra evidencia más de la  importancia de este factor en el equilibrio que le aporta a nuestras  vidas.
A diferencia  de muchos de nuestros antepasados, poseemos la libertad de poder  elegir. Y aunque a veces nos dé la sensación de lo contrario, suele ser  un autoengaño que utilizamos para justificar nuestra mala fortuna.
Plantearse  cuáles son esas cuatro patas de nuestra mesa puede ayudarnos a  conocernos un poco mejor y saber si estamos siendo consecuentes....

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