Evidentemente estas neuronas siempre han estado ahí, pero el descubrimiento de su existencia nos ayuda a comprender mejor el comportamiento de las personas. Las neuronas espejo nos permiten dar un gran salto del individuo al colectivo.
¿Y qué hacen estas neuronas?, su cometido consiste en “reflejar” la acción que está realizando la otra persona. De esta manera el que observa está llevando a cabo la misma acción que su interlocutor.
En los seres humanos, las neuronas espejo se encuentran en la corteza frontal inferior, cerca del área de Broca, una región del lenguaje. Este dato invita a imaginar que el lenguaje humano evolucionó a partir de un sistema de gestos implementado en las neuronas espejo. Gracias a éstas, a las personas les es posible entender las acciones de los otros, aprender por imitación y poder entendernos aunque no hablemos el mismo idioma.
La palabra empatía tiene todo que ver con esto. Incluso a las neuronas espejo se les denomina “las neuronas de la empatía”. Poseer la capacidad de ponernos en el lugar del otro para poder entender sus sentimientos, sensaciones y emociones, siendo consecuentes con ello. Ésta es la empatía y ahora ya sabemos donde habita.
El autismo es una enfermedad que se vincula a fallos en las neuronas espejo. Las personas que padecen este desorden poseen dos tipos de síntomas: habilidad intersocial limitada y deficiencias en la comunicación verbal.
Cuando reflexiono sobre los síntomas no puedo dejar de pensar si en nuestros entornos profesionales nos encontramos con estos males. Y peor aún, ¿pueden ser éstas las características de algunos líderes?. ¿Cuánto “autismo” tenemos en nuestro trabajo?. Cuando hablo de autismo organizativo me refiero a aquellas personas que no interactúan con sus compañeros, a los que les es muy difícil poder alabar los logros, a los que les resulta incómodo el feedback, a los que les cuesta expresar sus opiniones, .... y todas esas carencias son muy importantes para poder generar un buen ambiente de trabajo.
Visto lo visto, la empatía se erige como un valor fundamental que tiene que ser fomentado y trabajado en las organizaciones, ya que por su desarrollo pasa el de la compañía. La carencia de este valor es directamente proporcional al nivel de responsabilidad que se ocupe en la empresa, de tal manera que el mayor impacto en el negocio se producirá cuando sea el máximo representante de la organización quien carezca de empatía. La empatía debe de empezar por arriba.
Como cualquier buen espejo, estas neuronas nos muestran lo que hacen los otros y esto nos permite poder reflexionar sobre el por qué de sus acciones. Pero el reflejo de los espejos tiene otra capacidad: la de reflejarnos a nosotros mismos. Entretenernos más en observar nuestra imagen y olvidar la del otro es el primer síntoma del autismo organizativo...
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