Este  tipo de creencias dejan claro lo importante que ha sido siempre para el  ser humano la esperanza. Saber que hay luz al final del túnel nos  alivia y nos permite seguir adelante. Si no fuese así, nos  abandonaríamos a la suerte del destino dejando que éste decidiera por  nosotros. Cuando sabemos que podemos hacer algo para que la cosa no sea  cara o cruz, es cuando surge la iniciativa.
 Martin  E. P. Seligman ha convertido esta creencia en una realidad. Él nos  habla de la indefensión aprendida y nos ha demostrado como la falta de  control sobre nuestros actos nos convierte en seres apáticos, carentes  de ilusión y con una baja autoestima. Sus primeros experimentos con  animales consistían en comprobar como animales sometidos a determinados  estímulos negativos constantes acababan asumiendo éstos como algo fuera  de su control. De esta manera, los animales responden con resignación  ante los mismos no haciendo nada por evitarlos. Simplemente actuaban  asumiendo que las cosas eran así y daba igual lo que hicieran. La base  de estos experimentos fueron replicados en personas, comprobando que el  resultado era el mismo. Aquellas personas que percibían que lo que les  ocurría era ajeno a su control, entraban en fases de inactividad.
Martin  E. P. Seligman ha convertido esta creencia en una realidad. Él nos  habla de la indefensión aprendida y nos ha demostrado como la falta de  control sobre nuestros actos nos convierte en seres apáticos, carentes  de ilusión y con una baja autoestima. Sus primeros experimentos con  animales consistían en comprobar como animales sometidos a determinados  estímulos negativos constantes acababan asumiendo éstos como algo fuera  de su control. De esta manera, los animales responden con resignación  ante los mismos no haciendo nada por evitarlos. Simplemente actuaban  asumiendo que las cosas eran así y daba igual lo que hicieran. La base  de estos experimentos fueron replicados en personas, comprobando que el  resultado era el mismo. Aquellas personas que percibían que lo que les  ocurría era ajeno a su control, entraban en fases de inactividad.Este  tipo de comportamientos tienen mucho que ver con la base de los estados  depresivos. Aquellas personas que sufren de este mal, asumen que da  igual lo que hagan, las cosas son como son y ellos poco pueden hacer  para cambiarlas.
Algunas  empresas son realmente buenas replicando las bases de los experimentos  de Seligman. Robar a las personas la capacidad de controlar lo que hacen  convirtiéndolos en  sonámbulos profesionales que actúan por mera  inercia. ¿Qué podemos hacer para devolverle a la gente la esperanza en  sus profesiones?. 
Devolverles  la autonomía puede ser un buen primer consejo. Lo de vigilantes de  cogotes ya no tiene mucho sentido. Capataces, jefes, “negreros”, ...  líderes de pacotilla que lo único que consiguen es desnudar a las  personas de su esperanza. Esto es fácil de conseguir, sólo hay que ir  minando la capacidad de decidir, de aportar, de crear o de innovar de la  persona. Así vamos coartando su iniciativa, destruimos su autoestima  profesional, conseguimos que dejen de pensar para comenzar a estar. Eso  es lo importante, que estén. Sentados, sin protestar, obedientes a  deseos y órdenes, capaces de resistir lo que sea bajo la eterna amenaza  de perder el empleo, en definitiva, “trabajando”. Resultado: robots  capaces de hacer sin pensar, ajenos a cualquier tipo de emoción en lo  que hacen. 
Construir  desde aquí es complicado, pero posible. Para devolver esa esperanza hay  que construir en sentido contrario. Se podría empezar por otorgar a la  persona una misión, algo que controle de principio a fin, algo que  dependa de él/ella. Cuando te sientes responsable de lo que haces, y te  dejan ejercer esa responsabilidad, es fácil que de una manera casi  automática surja la iniciativa. Iniciativa para mejorar, para innovar,  para hacerlo lo mejor posible. Así es como se puede empezar a soñar en  cosas más grandes que tú mismo. Proyectos e ideas a las que le das forma  en tu cabeza y luego haces realidad en tu trabajo. Cuando así sucede la  esperanza comienza a brillar, a iluminar nuestros ojos y llenarlos  ilusión.
 La  OMS habla de que en el futuro la depresión será un mal que afectará a  una de cada tres personas. La esperanza quizás sea el mejor medicamento.   
 
 
 

0 comentarios:
Publicar un comentario