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miércoles, 23 de octubre de 2013

LA NUEVA OFICINA

Ya hay más de 100 empresas que ya instrumentan planes de teletrabajo; en las oficinas, crece la tendencia de espacios laborales que no son exclusivos.

Tanto el espacio abierto u open space -un concepto de oficinas sin barreras que dividan a los empleados- como el hot desking -asignación variable de escritorios de modo que nadie ocupe siempre el mismo- son dos tendencias que llegaron para quedarse, y pueden ser considerados como una variable para reducir costos o para promover la circulación de ideas, ejemplos y talento.

"Hoy si un nuevo diseño, cualquiera que sea, es sólo una cuestión decorativa se cae por su propio peso", explica Jorge Mocetti, director de RR.HH. para Europa de AC Nielsen, una empresas que está experimentando en carne propia el hot desking en los 1000 metros de oficinas que tiene la compañía de investigación de mercado en Ginebra.

No son los únicos. El escritorio propio, con cajones para guardar útiles y materiales varios, alguna foto familiar y/o un dibujo de los hijos parece ser una utopía en un futuro cercano. Esta denominación proviene del llamado hot bedding (camas calientes), una práctica común en las organizaciones militares -especialmente en los submarinos-, en la que los miembros de la tripulación se turnan para usar una misma cama para así maximizar el escaso espacio del que se dispone.

Esta tendencia no viene sola. Laura Roldán, ejecutiva de Mercer, explica que la mitad de las empresas de su base de datos, unas 212 compañías en la Argentina, ya implementan el teletrabajo y muchas de ellas tienen escritorios que no son exclusivos a disposición de los teletrabajadores.

Desde el Ministerio de Trabajo también se favorece esta modalidad con el Programa de Seguimiento y Promoción del Teletrabajo en. Empresas Privadas (PROPET), Según el ministerio, algunas ventajas de esta manera de trabajar son: mejorar la calidad del empleo; optimizar la calidad de vida del teletrabajador; mejorar el medio ambiente evitando mayor contaminación; conciliar el ámbito laboral con el familiar e incluir a los grupos más vulnerables, entre otras.

En AC Nielsen, además, la nueva estructura ayudó a que las jerarquías no pesaran de la misma manera, y que la comunicación entre los jóvenes de la Generación Y y los mayores de la X se hiciera más accesible. "El hecho de que desaparecieran las oficinas, incluso para el presidente, hizo que los mayores pudiéramos participar de cosas que los jóvenes organizan entre ellos. La circulación más fluida de la comunicación refrescó el ambiente en muchos sentidos", comenta.

En el nuevo diseño, ninguna de las 70 personas que trabajan en la firma tiene un escritorio, ni siquiera aquellos que ocupan los cargos más altos. Por el contrario, hay espacios de trabajo, con modernos monitores de 22 pulgadas, y todo tipo de enchufes y conexiones para laptops y celulares. "El que llega temprano se acomoda en el lugar que le resulta más placentero y los que llegan más tarde se sentarán en el fondo", describe Mocetti.

Los teléfonos se desprograman automáticamente cada noche y a la mañana, al llegar a esa ubicación, se reprograman con una clave. "Hay que aprender a concentrarte porque si bien hay auriculares, en cada puesto hay algo de ruido", admite. Cada uno tiene un casillero con llave donde se pueden guardar los objetos personales.

También en la empresa alemana Siemens se comenzó a implementar el hot desking, desde agosto pasado cuando mudaron parte de sus oficinas a Munro, "Hay un escritorio cada tres personas, lo que implica que algunos tienen que teletrabajar. Eso suma a la calidad laboral", cuenta un vocero de la firma, Francisco Do Pico. "Además hay mejor clima y más integración en el equipo", relata y agrega que -igual que en Nielsen- cada empleado tiene su locker para guardar sus cosas.

"Nosotros lo hacemos para integrar a las diferentes divisiones del grupo", dice Daniel Iriarte, director ejecutivo de Michael Page en el país, respecto a los espacios sin oficinas. "La gente aprende más rápido y vive las experiencias de los demás", agrega. No obstante, afirma que hay que tener cuidado con la "información confidencial" y saber que el nuevo espacio no elimina las jerarquías.

Jorge Cámpora, director de la maestría en Coaching Organizacional de la Universidad del Salvador, afirma: "la horizontalidad contribuye a la expansión de talentos, pero de nada sirve que la arquitectura la promueva si eso no se vincula con la gestión de esa libertad, de esa interacción".

"La arquitectura suma para el trabajo colaborativo, pero lo relevante es el comportamiento de los líderes: que sean abiertos y que promuevan esa apertura", coincide Jorgelina Albano, titular de la consultora Ritmus y experta en desarrollo a organizacional.

Pero no todo es color rosa. En muchos casos, cuando los espacios son tan abiertos, "se genera estrés y por supuesto, lo más evidente, ruido", opina. Además, hay que tener en cuenta que no siempre el talento, la creatividad, la eficiencia o la innovación surgen de estar permanentemente en grupos o sin privacidad. Para que Apple pudiera existir hubo un carismático Steve Jobs, pero también un ingeniero introvertido que disfrutaba armando y desarmando computadoras en soledad como Steve Wozniak.

La interrupción y la escasa concentración parecen ser la vanguardia. Pero aún hay muchas tareas que precisan del silencio y la intimidad para crear ideas que luego se difundan en una organización sin barreras.

LA NUEVA OFICINA

Espacios de todos
Un escritorio por empleado es una forma de trabajo que está en extinción. Las empresas comienzan a aprovechar los beneficios del teletrabajo y tienen escritorios vacíos a disposición de cualquier persona que los necesite.

Cuidar al otro

Los especialistas esgrimen que para que estos modelos puedan implementarse exitosamente es preciso impulsar una cultura organizacional en la que primen el cuidado y el respeto por el otro.


viernes, 6 de septiembre de 2013

La miopía del poder

Seguramente hayas oído hablar de la erótica del poder. ¿Qué tiene el poder para gustarle tanto a la gente?, ¿qué ven nuestros ojos en él que tanto les llama la atención?. El poder ha sido durante la historia de la humanidad una excusa sobre la que justificar enfrentamientos y batallas, un bien por cuya conquista y disfrute se han sacrificado millones de vidas. Este objeto de deseo ha formado parte de la historia de la humanidad desde sus inicios y aunque han sido muchas las formas que ha adoptado, sus características principales no han variado a pesar de su vejez. Lo que sí ha evolucionado han sido las instituciones y la sociedad sobre la que aplican y quizás sea momento de darle una vuelta al tema.
 
Una característica importante del poder, y que le resta parte de ese atractivo que tanto nos llama la atención, es que en un porcentaje muy alto de casos aquellas personas que  lo ostentan pierden parte de los rasgos y características que lo llevaron hasta él. Son muchos los casos de personajes públicos que llegaron a posiciones de poder gracias a rasgos de personalidad extraordinarios, pero por desgracia también son muchos los casos en que este tipo de personas se han visto traicionadas por rasgos totalmente antagónicos a los que le concedieron su posición de autoridad.
Los psicólogos afirman que uno de los mayores problemas con la autoridad es que provocan la pérdida de interés por los problemas y emociones de otros. Así, las personas que ostentan posiciones de mando tienden a confiar más en estereotipos y generalizaciones a la hora de juzgar a sus semejantes.
 
El psicólogo Adam Galinsky y algunos colegas han estudiado este fenómeno a través de una serie de experimentos. En uno de ellos se les pedía a los participantes que pensasen en situaciones en su vida en las que hubieran disfrutado de posiciones en las que ejercer su poder y otras en las que sucediese todo lo contrario. Una vez hecho esto, se les pidió que dibujasen una E en su frente. Aquellos que habían reportado mayor número de situaciones en las que habían ostentado la autoridad solían dibujar la E al revés. Galinsky y sus colaboradores concluyeron que esto se debía a lo que llamaron la miopía del poder, una miopía que provoca en quien la sufre una mayor dificultad a la hora de entender e integrar puntos de vista diferentes a los suyos.

En otro estudio realizado en el 2009, el mismo Galinsky observó como el poder convierte a quien lo disfruta en un hipócrita. En este estudio observó a través de múltiples pruebas y encuestas como las personas que ostentaban posiciones de autoridad eran capaces de justificar su faltas, mientras que el rasero por el que medían las actuaciones del resto de la población era totalmente diferente. El argumento principal en sus justificaciones consistía en valorar sus actos como realmente importantes y valiosos, algo que no observaba en los actos de su prójimo.
 
Si la autoridad nos hace miopes, ¿no será necesario que nos replanteemos a quién y cómo le damos el poder de nuestras empresas e instituciones y en qué condiciones lo hacemos?. Los estudios de Galinsky nos deberían ayudar a replantear nuevos modelos de autoridad. Los beneficios otorgados hasta ahora a las figuras de poder en las organizaciones parecen haber sido contraproducentes, ya que en vez de convertir a sus usufructuarios en mejores personas lo que hacen es todo lo contrario. Cambia el foco del “nosotros” al “yo”. Lo colectivo pasa a un segundo plano convirtiéndose lo individual en el centro de todas las decisiones. Una de las características fundamentales de un buen líder debería ser la empatía y si el poder y autoridad nos apartan de ello nublando nuestra vista, quizás sea preciso buscar nuevos modelos, nuevas formas de otorgar poder a un ser humano, con privilegios justos y razonables, con la obligación pública de predicar con el ejemplo, con la necesidad de rendir cuentas constantemente a la gente a la que presta servicio, garantizando y revisando que no aparezca esa miopía que conduce a la ceguera que convierte a tantos y tantos líderes en auténticos “temerarios”, limitando en el tiempo los periodos de los que se puede disfrutar de este bien tan adictivo, ya que si lo otorgamos de manera ilimitada en el tiempo nos será muy complicado poder acotar sus efectos.

lunes, 15 de julio de 2013

Huele a vacaciones

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios...Yo era uno de esos que nunca iba a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a viajar, viajaría más liviano."


Este bello párrafo es obra del genial José Luis Borges. En él se recogen los anhelos y deseos de una persona de 85 años a la que la muerte está llamando a su puerta.Su lectura me inspira a pensar que realmente la vida es la suma de nuestros recuerdos y experiencias y son éstas las que al final de la misma determinan el saldo de lo vivido.
Haciendo caso a las palabras de Borges, mañana comienzo mis vacaciones. Seis semanas fuera de cobertura, lejos de lo cotidiano, de los problemas del día a día, del ritmo que marcan las obligaciones y el trabajo. Mañana comienzo un viaje con el que espero llenar esa mochila que llevamos en nuestra cabeza y de la que tiramos en forma de recuerdos cuando queremos recrearnos con las maravillas de la vida. Siento la necesidad de dotarla de contenido mientras el tiempo y la salud me lo permitan, porque se que de lo contrario, un día esos anhelos de Borges podrían ser míos también.
Ahora toca descubrir paisajes, conocer culturas, compartir experiencias, correr todo tipo de aventuras, salir del espacio de confort, ampliar los puntos de vista, entender otras realidades y sentir la pequeñez del individuo en la inmensidad del mundo.
Espero descubrir grandes cosas y deseo estar un poco más en contacto conmigo mismo. Viajar siempre es un buen momento para que nuestro cerebro deje de ser ese vaso de agua en el que cualquier pequeño puñado de sal convierte el agua en veneno, para transformarlo en un gran lago donde los puñados de sal no alteran en absoluto el sabor de un agua clara y cristalina.
A la vuelta prometo acometer de nuevo el gran reto que supone escribir un blog. Algo que llevo haciendo cada tiempo libre que tengo durante los últimos años. Una forma de compartir y desnudarse que en mucho me recuerda a viajar, ya que en ambos casos, puedes utilizar tu imaginación para descubrir nuevos lugares y sacar originales conclusiones. Espero que a mi regreso también hayas disfrutado de este tiempo de descanso y lo hayas utilizado para estar un poco más contigo. Te deseo unas muy felices vacaciones. Hasta la vuelta!!!!

martes, 18 de junio de 2013

De tal palo tal astilla

El otro día echaba cuenta de todos los amigos cuyos padres conozco. En la inmensa mayoría de los casos, el comportamiento de los hijos es paralelo al de sus padres. ¿Y qué quiere decir esto?, los hijos crecen y se desarrollan en un entorno en el que los padres son el centro del universo.

La necesidad de afecto y de pertenencia nos hacen luchar con todos los recursos a nuestro alcance por conseguirlos. Las vías para conseguirlo son múltiples y muy variadas, cada una de ellas depende del carácter y comportamiento de los padres. El niño busca los recovecos en esa maraña de emociones y sentimientos que le abran el camino hacia lo que necesita.

Éstas estrategias, poco a poco comienzan a convertirse en algo más que hábitos. Con el paso del tiempo, esa forma de actuar determina nuestros modelos futuros de conducta. Las personas somos el producto de otras personas. Nuestros cuidadores son los que configuran nuestra forma de ser, ellos marcan el camino a seguir para sobrevivir, y el niño aprende que para encontrar lo que necesita tiene que adaptar sus valores, comportamientos y emociones al entorno en el que le ha tocado vivir.

Aprendemos a sobrevivir en los entornos que crean nuestros mayores dando forma a los valores y creencias que nos definen. Ese es nuestro lugar, donde realmente sabemos cómo defendernos.
Cuando cruzamos nuestro camino con otros donde esos valores no son parte del paisaje, nos resultará mucho más difícil salir adelante, básicamente porque estamos en terreno desconocido. Esa es una de las causas principales de divorcios, separaciones, engaños,... una convivencia obligada de valores encontrados. Resultado: cada uno por su lado. 

En nuestro mundo, el trabajo supone una parte importante de nuestro tiempo vital. Cada día pasamos más tiempo trabajando, en la oficina y fuera de la oficina. Durante todas esas horas pasamos a formar parte de un mundo diferente al de nuestra infancia. Compañeros, jefes, proveedores, clientes, amigos,... son las personas con las que ahora compartimos nuestras vidas. Todos ellos productos de otras personas y con formas de ser y actuar muy diferentes a la nuestra. No es para nadie nuevo el esfuerzo que hacen las empresas para fidelizar a sus empleados estrella, aquellos que realmente necesitan si quieren que las cosas vayan bien. Dinero, incentivos, bonos y otras muchas formas de demostrar la valía profesional de alguien son concebidos como la llave que abre todas las puertas, pero realmente hay algo más fuerte que lo material detrás de nuestras intenciones, se trata de alcanzar lo mismo que nos movió a actuar en nuestras casas para conseguir el cariño y aprecio de nuestros padres. Esa es realmente la fuerza que fija las relaciones de una persona con su entorno profesional. Se trata de buscar un lugar donde nuestros valores y comportamiento sean paralelos a los de la organización. No quiere esto decir que no podamos trabajar y desarrollarnos en lugares donde no exista esta simetría. Es perfectamente compatible, lo que ocurre es que no se tratará de nuestro sitio. Será otro sitio, bueno o malo, no lo sé, pero de lo que estoy seguro es de que no será nuestro sitio.
Necesitas sentirte cómodo para dar lo mejor de ti mismo. Necesitas sentirte libre para pensar y actuar, un lugar donde tu voz tenga voto, donde se aprecie tu forma de actuar y pensar. Un lugar donde existes porque eres percibido.

¿Por qué somos puntuales o impuntuales, por qué tenemos esa manías tan raras, por qué como lo que como, por qué conduzco como conduzco?,.... y tantas preguntas que tienen su respuesta en la combinación de valores y comportamientos de los que nos han educado. Ahí está el secreto que mueve buena parte de la acciones de la personas, un lugar que atrae a quien lo habita de una manera tan primaria que cualquier otro estímulo pasa a un segundo plano.

Hoy trabajar es un regalo, pero no por ello debemos dejar de pensar en buscar nuestro lugar. ¿Y tú dónde estás?, ¿estás cerca o lejos de ese sitio donde todo sucede de una forma más sencilla y natural, donde existir consume sólo la energía estrictamente necesaria?.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Satisfacción cuantitativamente en el trabajo

¿Qué le sucede a la rana que cuando la metes en una cazuela con agua fría y comienzas a calentarla es incapaz de saltar fuera antes de morir hervida?. Todos sabemos lo que ocurre, la progresiva subida de temperatura del agua impide a la rana darse cuenta de que realmente corre peligro, y esto se debe a que su cuerpo se adapta en la misma progresión a la nueva temperatura del agua. La verdad es que nunca he hecho este cruel experimento, pero realmente pone de relieve algo que nos asemeja mucho a las ranas, se trata de nuestra capacidad para adaptarnos. 
 

Físicamente nuestro cuerpo es una máquina perfecta de adaptación. Nuestros oídos se adaptan al volumen, nuestro olfato a todo tipo de olores, nuestros ojos al nivel de luz, nuestro gusto a sabores fuertes,... en casos más extremos, podemos llegar a convivir con el dolor como parte del día a día, personas con amputaciones que son capaces de vivir con absoluta normalidad e innumerables ejemplos que el maravilloso ser humano nos muestra cada día. Son innumerables las ventajas que nos ofrece nuestra capacidad de adaptación, pero como todo en la vida, esta capacidad de adaptación puede suponer una debilidad para nuestra percepción. El hedonismo es la viva expresión de esa debilidad. Una búsqueda interminable del placer por el placer que nos conduce a una insatisfacción constante. Igual que nos acostumbramos a lo malo, también tenemos la “mala” costumbre de acostumbrarnos a lo bueno, lo que ocurre, es que en esta dirección, a diferencia de la contraria, el recorrido es mucho más largo y el paisaje bastante más banal.
 
Vivimos fechas de revisiones salariales, en el mejor de los casos subidas, en casos no tan malos congelaciones y en la peor de sus expresiones están las reducciones de salario (por no mencionar aquellas personas que pierden su empleo). Nuestros salarios son un gran ejemplo de cómo funciona nuestra capacidad de adaptación ante las expectativas... y os anticipo que el sistema de funcionamiento no es diferente al de nuestro cuerpo, básicamente porque todos los datos van al mismo sitio: nuestro cerebro.
En el tema salarial, Andrew Clark ha realizado una serie de estudios sobre el nivel de satisfacción de los trabajadores británicos y ha comprobado que dicha satisfacción tiene una fuerte correlación con el nivel de incremento, más que con el salario en sí mismo. Es decir, que un trabajador que gana 100 puede estar mucho más satisfecho que uno que gana 1000 (suponiendo que un salario de 100 cubra las necesidades básicas de la persona). La diferencia radica básicamente en el incremento salarial, si al de 100 le suben un 10% y al de 1000 un 1%, a pesar de que cuantitativamente el incremento es el mismo, la satisfacción general del trabajador con menor salario será mucho mayor. 
Del estudio se desprenden conclusiones muy interesantes y un campo de trabajo sobre el que se puede innovar y reorientar las políticas salariales y los procesos de comunicación asociados.
 
Puede parecer frívolo hacer este tipo de comparaciones, ¿cómo vamos a comparar 100 con 1000?. Parece evidente que el de 1000 siempre estará más satisfecho que el de 100. Pues siento comentaros que en la última década hay toda una batería de estudios que demuestran que a pesar de los pesares, nuestros niveles de satisfacción con la vida tienen una tendencia natural a dirigirse a su nivel habitual. Ni tener mucho nos hace más felices, ni tener poco más desdichados. 
Solemos ser poco hábiles a la hora de predecir nuestro grado de adaptación hedonista a los regalos, buenos y malos, que nos hace la vida. Y básicamente nos solemos equivocar porque no tenemos en cuenta que la vida sigue su curso y que el paso de los días nos trae cientos de acontecimientos que hacen que ese cálculo inicial pierda su sentido desde el primer segundo.
 
Esta entrada no es una invitación al abuso, más bien se trata de evitar lo que le pasa a la rana. Ser conscientes de cuando el agua se calienta o se enfría nos ayudará a mejorar la calidad de nuestra toma de decisiones, y por ende de nuestra vida.

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