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miércoles, 23 de noviembre de 2011

contrafreeloading

De un tiempo a esta parte una gran cantidad de empresas se han dado cuenta de una característica de nuestro subconsciente a la que le sacan un gran partido y una mayor rentabilidad. Se trata de esa tendencia que tenemos a sobrevalorar nuestro trabajo. 
Cada vez es más común que nos dejen customizar nuestras zapatillas de deporte, nuestro coche, la ropa, los productos electrónicos, nuestras vacaciones, nuestros productos financieros,... y en esa customización reside el secreto. Se trata de la regla del 70/30, un 70% es producto elaborado, el 30% restante corre de nuestra cuenta. Y es ese 30% el que le otorga al producto un plus que incrementa su valor por encima de su valor de mercado. Ese plus es lo que vale nuestro trabajo. De qué manera se podría explicar sino el que los clientes de los bancos hagan sus transferencias desde internet ahorrando el trabajo al propio banco y aún así estén dispuestos a pagar por ello, o como muchas marcas te ceden una parte del diseño de sus productos en las que el cliente asume un sobrecoste por ello. 
 
Los animales presentan un comportamiento ciertamente curioso en lo que se refiere a las recompensas, y que nos puede ayudar a entender lo anteriormente descrito. No sé si habéis tenido la oportunidad de visitar un parque de adiestramiento de loros, estos simpáticos animales muestran una tendencia a despreciar toda aquella recompensa que no sea fruto de un esfuerzo previo. Da igual que tengan una plato repleto de sus alimentos favoritos al alcance de sus “manos”, ellos muestran una preferencia innata a ganárselos fruto de su esfuerzo. El psicólogo Glen Jensen acuñó este comportamiento como contrafreeloading, que describe la preferencia de ciertos animales a ganarse la comida frente a simplemente disponer de la misma sin tener que realizar esfuerzo alguno.
 
Resulta curioso los paralelismos que existen entre la customización y el contrafreeloading:
- El esfuerzo que ponemos en algo no cambia el objeto, simplemente cambia la valoración que nosotros hacemos del mismo.
- Cuanto mayor es la cantidad de trabajo, mayor es el amor por el mismo.
 
La creencia popular muestra un panorama bien distinto. El esfuerzo saca a la persona de su espacio de confort conduciéndolo por el camino de la frustración y el estrés. Según dichas creencias, si el ser humano quisiera maximizar su bienestar tendría que evitar cualquier tipo de trabajo y buscar un estado continuo de relajación... esto me recuerda a la imagen que nos presentan constantemente de una vacaciones ideales: palmeras, playa, tumbona, mojitos y poco más.
Sin embargo hay algo en nuestro interior que niega esta creencia, sin ir más lejos pienso en nuestras aficiones. A todo el mundo le gusta hacer algo, y ese algo generalmente suele suponer esfuerzos y sacrificios que hacen que la tarea sea interesante en sí misma. Por ella estamos dispuestos a sacrificar tiempo, esfuerzo y recursos. Una característica de este tipo de actividades es que perduran en el largo plazo y la rentabilidad de las mismas no se mide por los resultados inmediatos, es el camino lo que nos hace disfrutar, y no el resultado.
 
Llama la atención lo bien que han sabido entender esta característica humana determinadas marcas, pero lo que es realmente curioso es lo poco claro que lo tenemos nosotros. Nos hemos instalado en la demonización del esfuerzo, en la creencia de que cuanto más fácil mejor, y eso nos incapacita para crecer y buscar el verdadero disfrute que supone conseguir las cosas fruto del esfuerzo y el trabajo. Este camino mina nuestra capacidad para perseverar y nos instala cómodamente en nuestros sillones, donde el confort de nuestras vidas nos impide entender el verdadero valor del trabajo. 
Los loros lo tienen claro, ¿es que vamos a ser nosotros menos?.

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