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lunes, 23 de abril de 2012

Cómo nos gustamos!!!

¡los polos opuestos se atraen!. ¿Verdad o mentira?. La cultura popular utiliza este dicho para justificar la unión de personas muy diferentes, pero, ¿realmente se atraen los polos opuestos?. La psicología ha demostrado que esto no es así, que hay algo a lo que se denomina el efecto similitud de atracción (SAE: similarity-attraction effect) que provoca que nos pasemos un porcentaje importante de nuestro tiempo buscando a personas que se parezcan a nosotros. Esta característica humana es universal; aplica a todas las culturas que habitan el planeta. Lo mismo sucede en tu trabajo que en una aldea remota de las bosques de Borneo. La búsqueda de nuestros iguales empuja buena parte de nuestras habilidades y acciones.

Lo psicólogos Paul Ingram y Michael Morris, de  la Universidad de Columbia, realizaron un experimento al que invitaron a un buen número de altos ejecutivos de grandes empresas y de diferentes sectores. La reunión era convocada con el objetivo de trabajar la red de contactos de cada uno de ellos y así poder conocer colegas de otros entornos profesionales. Las conversaciones entre los participantes eran monitorizadas por los investigadores y éstos observaron, como de una manera natural e inconsciente, los contables se juntaban con los contables, los ingenieros buscaban otros ingenieros con quienes compartir experiencias, los médicos debatían con otros médicos la resolución de las encrucijadas de la salud. Al final, una reunión cuyo objetivo era mezclar personas diferentes, se acabó convirtiendo en una sala con tantas reuniones paralelas como pares de iguales participaban.

El anhelo por compartir nuestro tiempo con personas lo más parecidas posible a nosotros, no sólo influye en fiestas y reuniones, este deseo conforma la red social en la que vivimos y nos movemos, haciéndola cada vez más selecta y restringida, un club en el que sólo se aceptan personas como yo, con mis gustos e inquietudes, con mis valores y principios, que comparten todo aquello que me mueve a actuar. Este hecho hace que nuestro mundo social esté repleto de personas con las que nos es más sencillo y cómodo vivir, donde el día a día es más llevadero y donde nos resulta más fácil ser nosotros mismos.

Esta realidad tiene implicaciones muy claras y de gran impacto en nuestras vidas. Cuando vivimos la vida como si fuera un accidente, dejando que el día a día decida por nosotros, nos podemos encontrar en lugares a los que no pertenecemos y donde las personas con las que lo compartimos nada tienen que ver con nosotros. En esos “no lugares” será muy difícil que podamos ser nosotros mismos y dar salida a nuestras necesidades como animales sociales. Si lo trasladas a tu trabajo será fácil que entiendas lo difícil que resulta bregar en un sitio en el que tus compañeros nada tienen que ver con tu forma de ser.  Cuando la vida toma las decisiones por nosotros y el efecto similitud de atracción queda atrofiado por la inercia de lo cotidiano, corremos el riesgo de equivocarnos a la hora de escoger nuestros compañeros de viaje, lo que supondrá un gran tapón a nuestros talentos, virtudes y fortalezas.
Todo esto no es sólo un mal que afecte a las personas. Las empresas también padecen de esta miopía social, y en este caso el error consiste en pensar que todas las personas son iguales y que lo único importante es que trabajen. Traducido al mundo de las normas sociales es tanto como afirmar que te podrías casar con cualquier persona siempre y cuando fuera del otro sexo (o no). Cuando una empresa busca un profesional adecuado para su organización debe pensar en los valores y principios que la definen para luego tener claro quién puede formar parte de ese proyecto a largo plazo. Todo lo demás es como acudir a esa fiesta de la que hablábamos al principio, si no tienes nada en común con la persona, ésta no tardará en darte la espalda y ponerse a hablar con otra.

Empezaba el post con un dicho popular y me voy a atrever a cerrar con otro: dime con quién andas y te diré quién eres. Cuando veamos dos polos opuestos juntos nos tendremos que preguntar si realmente son tan opuestos como aparentan… a lo mejor nos llevamos una sorpresa y vemos más similitudes que diferencias.

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