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martes, 1 de septiembre de 2009

7 simples pasos para llevar a tu equipo de “tener que” a “querer” trabajar contigo.

Ser la cabeza de un equipo de trabajo puede resultar ser una posición de mucha soledad, y entre mayor el título, más grande el aislamiento también.

Sin embargo cada vez que lo pienso, me convenzo aún más de que esa situación no es provocada por nadie más que por el propio titular de dicha posición y que, por esta misma razón, se puede convertir por completo si estamos auténticamente dispuestos a hacer algunos ajustes en nuestra conducta para dejar de ser directores y convertirnos en líderes:
  1. Entender que no trabajamos para quedar bien con nuestro jefe inmediato y que de la misma manera, nuestro equipo no trabaja para quedar bien con nosotros, sino que todos trabajamos para la misma organización y que, antes de buscar hacer lo popular con nuestros jefes y compañeros, tenemos que hacer lo que sabemos que es lo correcto para la compañía, para la industria a la que pertenecemos y para la sociedad en la que vivimos.
  2. Dejar de imponer, por la fuerza de la autoridad formal de un título, nuestro punto de vista sobre el de los demás , para comenzar a respetar los puntos de vista de todos quienes colaboran con nosotros; y no hacer distingos ni desaires a aquellos que no concuerdan con el nuestro. En todo caso, tendríamos que preguntarnos qué hemos hecho para convencerles de nuestra visión o incluso si nuestra visión en verdad es la correcta.
  3. Dejar la arrogancia y las poses de lado y empezar a tratar a todos con respeto y humildad. Ser la cabeza de un grupo, no te hace superior a los miembros de tu equipo, tampoco quiere decir que eres quien más sabe de todo, ni mucho menos que el resto no está a tu nivel. Por el contrario, un verdadero líder sabe que es el quien tiene que subir a la altura de sus colaboradores, rodeándose de gente talentosa y experimentada que, juntos y bien coordinados, pueden llevar a la organización a esos grandes objetivos que se ha trazado.
  4. Dejar de manejar la información y las situaciones a como convengan a tus intereses personales, para respetar los acuerdos previos y honrar las promesas de la organización, aun si no fuiste tú quien las hizo en un principio.
  5. Dejar de imponer tu manera de hacer las cosas y romper con tus paradigmas para darle espacio a la propuesta de trabajo de los miembros de tu equipo. Aprender a reconocer las fortalezas de cada miembro del equipo y entender como estas pueden ser puestas en práctica para favorecer al equipo completo, es una habilidad básica que todo líder debe desarrollar.
  6. Dejar de invadir el espacio y el tiempo personal de tu equipo con mensajes y llamadas en fin de semana, vacaciones, incapacidad médica o días personales. Pocas cosas dicen “no me importa lo que estés haciendo” como un correo electrónico en domingo en la noche pidiendo información.
  7. Dejar de manejar a tu staff desde la burbuja de tu oficina para comenzar a involucrarte de verdad con tu equipo y saber qué es lo que cada quien necesita hacer, dentro y fuera de la compañía, para cumplir con los objetivos que se han acordado

Pon en práctica estos simples ajustes y verás como la gente deja de trabajar contigo porque eres el jefe que les tocó, para comenzar a colaborar contigo porque eres el líder al que ellos decidieron seguir y apoyar.

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